¿Y si ganar no lo es todo? Así se fraguó la sonrisa de Sara Pérez
UN 2024 MÁS COMPLICADO DE LO ESPERADO
El nuevo año de Sara Pérez empezaba con dos grandes noticias. La primera, el estreno de su nueva Canyon Speedmax CFR color rojo y la segunda, el equipo que iba a formar con Susana Rodríguez y ese gran objetivo de luchar por unas medallas en los juegos de París 2024.
Aún así, las semanas del año olímpico comenzaban y las sensaciones de la española no eran las mejores ni las deseadas por culpa de esa enfermedad que tantos quebraderos de cabeza le han dado a lo largo de su carrera deportiva. Sin embargo, tras dejar la bici a punto junto a su entrenador Jaime Menéndez de Luarca y gracias a la visita de Marc Graveline, Sara Pérez se abría su calendario competitivo en Miami.
DE LAS LÁGRIMAS QUE NOS CONMOCIONARON AL PARÓN OBLIGATORIO
Aunque no llegaba al 100%, Sara Pérez aterrizaba en la primera de las pruebas del T100 con el objetivo de hacer una buena carrera ante un listado de salida de primer nivel. Aún así, tras una natación muy poco común en ella saliendo a un minuto de Lucy Charles-Barclay con la que ya había nadado mano a mano, la española ponía pie a suelo durante el segmento ciclista dejándonos una de las imágenes más tristes del día. Con las lágrimas en su rostro y ayudado por su pareja, Sara Pérez reconocía no haber tenido ni fuerzas ni energías desde el comienzo de la carrera y terminaba su “stage” en Miami con un sabor agridulce por culpa de ese abandono en carrera.
Después de Miami, con otro bloque de entrenamientos en Valencia en sus piernas y con una victoria en el Triatlón de Canet de Berenguer incluida, Sara Pérez participaba en el estreno del IRONMAN 70.3 Valencia. Una carrera donde finalmente y muy a su pesar tenía que abandonar tras volver a sentir esas malas sensaciones que le hicieron abandonar en Miami.
Y es que cuando los problemas físicos llegan a niveles de desestabilizar los cimientos que componen la columbra vertebral que sustentan la carrera profesional de una persona, la intranquilidad y la incertidumbre se abren paso por los poros de ese cuerpo humano. Por ello, detrás de esa Sara Pérez alegre y divertida, estaba la Sara Pérez preocupada e impotente que veía como esos problemas físicos que a cualquier otro mortal le hubieran cortado las alas del profesionalismo, a ella le empezaban a ahogar. De esta forma, la española decidía hacer un parón para buscar una solución.
LA SONRISA QUE ALEGRA A TODA LA AFICIÓN DEL TRIATLÓN
Si a los problemas físicos que desembocan en la decisión de dar un paso a un lado en tu carrera profesional le añades una caída cuyas consecuencias son quemaduras por todo el cuerpo y el gran susto de ver a tu compañera de equipo inconsciente en el suelo, el resultado es un golpe emocional incalculable. Y es que cuando la corriente te empuja a alta mar, remar hasta la orilla requiere de fortaleza, pundonor, cabezonería y constancia. Y esos han sido los adjetivos que han definido las últimas semanas de Sara Pérez. De las visitas constantes al hospital para curar las heridas de la caída e intentar poner solución a su enfermedad hasta la línea de salida de este finde semana han pasado días oscuros y complicados.
Por todo ello, su nombre en la lista de salida en Challenge Turku era una noticia positiva para la afición española y sobre todo para Sara Pérez y su entorno. Ya no tanto por volver a su vida profesional y a la competición si no por transmitir que ese deseo y esa llama por el triatlón sigue perenne en su interior. Así, tras una carrera donde ya nos hicimos eco de su tercer puesto, la imagen más importante fue la SONRISA en mayúsculas que podemos ver en el rostro de Sara. Una sonrisa reveladora, una sonrisa ilusionante, una sonrisa prometedora, una sonrisa