Los miedos antes de mi primer triatlón

Una publicación en Instagram de mi compañero de fatigas Isaac sobre los pensamientos antes de echarse al agua en un triatlón, me hizo recordar todas las preocupaciones y miedos antes de mi debut en triatlón. Si os pongo en antecedentes os diré que mi debut en una prueba de triatlón ha sido tardío, con una edad «avanzada» -casi 44 años-, y en una distancia que en teoría – discrepo- no es la adecuada, un distancia Ironman y por lo que todo el mundo me contaba bastante duro por el desnivel acumulado en la bici.

Los miedos y las dudas son muchos antes de comenzar cualquier prueba, pero si a todo esto le añadimos que la empresa se antojaba complicada estos se acentúan y se multiplican en la sesera.

Mi lista de miedos

Son muchos y diversos -hablo en presente porque muchos de ellos persisten-, seguro que se me olvidan varios.

Por supuesto el miedo a la distancia, 3800m de natación -si eres delineante-, 180km de bici y una maratón corriendo.

Miedo a lo desconocido -el primer triatlón con eso hay mucho dicho-, un mar de dudas sobre que dejar en las transiciones, por ejemplo.

Miedo a meter la pata -cometí muchas, pero la distancia las diluyó-, nunca entrené como hacer una transición o a subir y bajar de la bici rápidamente.

Miedo a la falta de entrenamiento, 3 o 4 veces nadé más de 3000m (en una sesión en total, de seguido 2000m máximo), la salida más larga de bici fueron 165km y con menos desnivel, y corriendo no pasé de media maratón -también era mi máxima distancia recorrida-.

Miedo al fracaso -con todo lo que había montado en casa durante los meses de entrenamiento-, volver sin poder acabar no era una opción. También al ir en grupo no quería ser el único que se hacía el viaje de vuelta sin haber completado el objetivo.

Miedo a haber entrenado mal o no lo suficiente -esto me pasa siempre, aunque corra un 5k-, a toro pasado me faltaron unas semanas más de darle caña.

Miedo a sentirme mal del estómago, aunque había practicado la nutrición en carrera bebes y comes más pero sorprendentemente en ese sentido no tuve ningún problema.

Miedo a los golpes en la natación, me habían contado tantas historias que parecía que la salida era una batalla medieval en toda regla.

Miedo a perderme con la bici, -si, me pierdo en aeropuertos, estaciones de metro y tren- estuve a punto varias veces en varias rotondas pero no tuve problemas, otros si.

Miedo a nadar en mar abierto, aunque he nadado ya antes -de dominguero veraneante- en el mar tenía mis dudas. Tanto es así que llegué a buscar que especies de tiburón habitan en el mediterráneo y si, el tiburón blanco está entre ellas.

Miedo a que la lesión con la que iba se reprodujera y no me dejase acabar -tuve suerte o cabeza para hacer la natación sin pierna y toda la bici sentado-, al final hubo recaída pero aguantable.

Miedo al tappering, tras estar casi 4 meses entrenando sin descanso parar una semana es un reto para la cabeza. Eso y también el no dejar de comer como un patricio romano, festín tras festín. Yo lo de la acumulación de hidratos no lo veía, pero creo que me vino bien.

Miedo a los problemas mecánicos, soy un negado con la mecánica de la bici y dudaba que llevar encima por el peso. Al final llevé la multiherramienta y un par de cámaras que afortunadamente no tuve que utilizar, pero no era ninguna tontería porque a mi lado en el box tenía a Diego Rodríguez de Planeta Triatlón y el pobre tuvo que abandonar por no llevar un tubular extra.

Creo que el miedo se me notaba en la cara, aparte de que no hacía más que preguntar todas las dudas que me rondaban, porque un compañero cada vez que me miraba me preguntaba ¿Cómo estás? Ahora que lo pienso, lo mismo solo quería ponerme nervioso el muy cabroncete. Mi respuesta siempre era un suspiro y un bien con la boca chica pero mis ojos decían «socorro sácame de aquí».

Y estos son solo los que tuve -que recuerde- antes de comenzar el triatlón, me gustaría decir que una vez sonó la bocina que dio la salida de mi tanda se me pasaron todas las dudas, y si muchos se disiparon, pero durante más del medio día que pasé en la prueba surgieron muchos más, pero eso lo digo por si algún día me atrevo a escribir una crónica, aunque viendo cómo me enrollo da para un buen ensayo.

¿Y tú? ¿Coincidieron tus miedos con los míos?

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