Trillorón

Este fin de semana vamos a «competir» al triatlón olímpico de Riaza, ambos trigloberos, y si hace unas semanas me hubieran dicho que iba a tener tan pocas ganas de ir no lo habría creído. Es mi segundo triatlón, me estreno en distancia olímpica, tras el LD de Girona y debería estar ilusionado pero no sé si es el calor, los dolores que llevo arrastrando desde hace tiempo en los talones de Aquiles, el no tener un objetivo claro, la falta de entrenamientos específicos para la prueba, escusas y más excusas.

También es verdad que escribo estas líneas aun asimilando que me tengo que levantar aproximadamente a las 4:30am y no ayuda a motivarme, me gusta madrugar para hacer deporte, pero eso ya roza el sadismo. Me imagino durmiendo en el sofá para no despertar a la familia, por el despertador y por el gato, casi empalmando porque entre que un sábado te acuestas tarde, el calor que me impide dormir, los juegos de Tokio y los nervios pensando en las metidas de pata que voy a cometer en las transiciones no duermo ni dos horas.

Tengo la esperanza de que estos nubarrones se pasen y a pesar de la certeza de que para mí la temporada se acaba el Domingo tras la prueba, ver a los compañeros y el ambiente que se monta alrededor de este tipo de pruebas sirvan como acicate y pueda llegar a la meta con buenas sensaciones y buen sabor de boca.

¿Objetivo? No tengo un tiempo referente ni he hecho nunca una simulación así que será terminar y que Isaac no me saque demasiado que viene muy fuerte de los Pirineos.

¿Será esta apatía una secuela de haber hecho el 140.6inn de Girona? ¿Es esto la depresión del finisher?

Una ayudita por favor.

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