Y llega un día…

Llega un día que tienes un triatlón y tu cuerpo y tu cabeza te dicen que no. Te levantas de la cama y sabes que estás físicamente mermado, que aunque te va la marcha sabes que no vas a disfrutar de la prueba, que tu cuerpo no tiene ganas de guerra y que te está retando para que vuelvas a la cama. No consigue que vuelvas a la cama, pero esta vez sí sé que no voy a poder ponerme el dorsal, aunque lo tenga, esta vez no voy hacer ni siquiera el intento de meter la bici ni la mochila de transición en el coche. Esta vez sí que se impone la razón a lo demás.

Desayuno tranquilamente esperando un milagro, que la cafeína de ese café mañanero me ponga en mi sitio, que entren unas ganas locas de nadar, dar pedales o correr, pero esta vez el café no hace milagro alguno, no me espabila y el cuerpo y la cabeza me piden que lo deje. Tengo que tomar decisiones rápidas, se acerca la hora y tengo que hacer algo, así que sin ganas me monto en el coche y paso a recoger a mi compañero de batalla en el día de hoy. Se sorprende cuando abro el maletero y no ve mi bici, me mira la cara y sabe que algo pasa para q e no vaya a correr un triatlón. Sin más palabras le acompaño hasta la prueba, esta vez no me pondré el gorro de natación, pero aprovecho para ver el triatlón como espectador, aunque al rato no aguanto más y me tengo que marchar. los efectos de la vacuna del día anterior, no me permiten disfrutar de practicar el deporte que más me gusta.

Imagino que a todos nos ha llegado alguna vez ese día que tienes que decidir si correr o no, e imagino que esa decisión, aunque parezca mentira nos alivia. Sabía que iba a sufrir y que no iba a disfrutar para nada, el dolor de todo el cuerpo se hizo más grande que las ganas de competir.

A los que amamos el deporte nos duele no poder correr carreras, ni ponernos un dorsal que ya tenemos, pero tenemos que aprender a escuchar a nuestro cuerpo y saber decidir cuándo parar para volver con más ganas, más fuerte y más sano, eso forma parte también de este maravilloso deporte, algunas veces nos equivocaremos y otras acertaremos, así es la vida. Lo que es seguro es que yo hoy, muy a mi pesar, he tomado la decisión acertada, volver a casa, meterme en la cama y esperar a que los efectos de la reacción de la vacuna se pasen.

Nos vemos en algún triatlón.

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