Mi primer año en el trialón; triatlón olímpico de Riaza

Me presento soy Rubén, una persona a la que le gusta estar activa, llevar una vida saludable practicando y disfrutando en el deporte y a la que le gusta tener ciertos retos deportivos asumibles para todo el mundo en el horizonte, algunos de estos “retos” han sido una carrera nocturna de 14km o una spartan, cómo veis retos que cualquier deportista popular podría completar, a fin de cuentas, soy una persona de lo más normal.

Espero que esta sea el comienzo de una serie de artículos en la que vaya hablando de mis experiencias en mi primer año entrenando a triatlón. En estos artículos encontrarás una visión personal de mis distintas vivencias, mis aprendizajes, errores cometidos y algunas anécdotas que espero puedan ayudarte si estas en ese mismo punto de querer empezar en este mundillo, o bien si quieres recordar y comparar como fueron tus comienzos en esto.

Parte 10 Triatlón Olímpico de Riaza

Tras mi primer triatlón sprint, en el cual terminé con ganas de más, decidí que mi primer año en triatlón debía acabar con un triatlón olímpico. Si llevas mucho tiempo en esto, seguramente no te parezca gran cosa, pero para mí ha sido todo un reto. Para los que no estén familiarizados con esto de las distancias os diré que consiste en un recorrido de 1.500 m nadando, 40 km en bicicleta y 10km corriendo.

La prueba que me marqué y a la cual me apunté el mismo día que hice mi debut en sprint (13 mayo) era a finales de julio, concretamente el 22, así que a priori tenía tiempo para seguir preparándome.

Durante la preparación fui al fisio a que me miraran un dolor que llevaba arrastrando meses y ver si me lo podía quitar y llegar a tope. Tras hacerme una ecografía me mandaron parar de correr un tiempo (mes y medio), por lo que mi preparación se complicaba. Ante esta situación decidí dar más caña a la bici y sobre todo a la natación, que era mi sector más flojo. Afortunadamente, tres semanas antes de la carrera volví a correr poco a poco, además en natación por fin había encontrado un ritmo cómodo, aunque fuese lento iba más seguro y en bici me encontraba más fuerte que nunca, gracias a los pedazo de entrenos que nos habíamos cascado. Estaba preparado.

El miércoles antes de la prueba (era un sábado) empezaron los nervios y también empecé a dormir un poco peor, cada día los nervios iban en aumento y mi descanso también a peor. El viernes fue el peor día de nervios, pero intenté tener una tarde tranquila entre lectura, preparación de equipos y me fui pronto a la cama (nos tocaba madrugón al día siguiente) pensando que así descansaría mejor… Pasé una noche horrible y no me podía creer cuando sonó el despertador, pero bueno, desayuné, cogí mis cosas, fui a buscar a un compañero y rumbo a la carrera.

Al llegar allí nos encontramos con más compañeros y nos tomamos un café, pese a llevar varios días durmiendo mal, la adrenalina hacía que no me notara cansado. Recogimos dorsales, dejamos el equipo en la segunda transición y nos montamos en la bici para ir a la zona de nado. Nos esperaban 7 km cuesta arriba hasta llegar al embalse, ritmo lento pero seguros, compartiendo los nervios con los compañeros.

Dejamos la bici en la transición y esperamos a la salida con nerviosismo. Nos hicieron meternos poco a poco en el agua y esperar allí, en una zona en la que ya cubría y que por lo tanto había que estar en movimiento. Vi a otros participantes que se iban para atrás, a una zona donde no cubría y aunque estuviese un poco más lejos de la salida y como la natación no es mi fuerte, decidí unirme a ellos para esperar sin cansarme allí.

Dieron el pistoletazo de salida y empecé a nadar. Había mucha gente y se me metió agua en las gafas, (uno de los miedos que tenía ya que me había pasado en algún entrenamiento) brazos y gente por todos lados, no encontraba mi ritmo, sensación de agobio, notaba que el tritraje me apretaba hasta ahogarme, me notaba exhausto a los pocos metros de empezar, nadaba cada poco a braza por incomodidad, me giré incluso a mirar las barcas planteándome la retirada y muchas cosas más que se me pasaron por la cabeza en ese momento. Casi sin saber como, llegué a la primera boya y el grupo comenzó a estirarse, me puse a pies de una chica que llevaba un ritmo similar al mío y me dediqué a seguirla y por fin encontré mi ritmo y me tranquilicé. Creo que incluso disfruté por momentos. Estoy seguro de que si no hubiera sido por esa chica no hubiese sido capaz de terminar y al final me vi fuerte y la adelanté, aunque me quedé con ganas de darle las gracias.

Hice la primera transición lo mejor que pude y me monté en la bicicleta. Ahí comenzó mi disfrute, como salí tarde de la natación no conseguí una buena grupeta de bici, ni una mala tampoco y así hice la mayoría de la carrera, solo. Pude adelantar a varios corredores, la gran mayoría en subidas que es donde mejor voy, aunque algunos me devolvieron el favor en las bajadas. Al ser dos vueltas iba viendo a mis compañeros y eso me iba animando, incluso vi que recortaba a algunos y eso me motivó. Disfruté la bici de principio a fin, me encantó, fui rápido, pero sin tener la sensación de haber ido muy fuerte.

Llegó la segunda transición y la hice lo mejor que pude. Empecé mi carrera, me notaba cansado, pero no me veía mal. El primer km me salió a un ritmo aceptable, pero eso no había hecho nada más que empezar y a partir del segundo mis piernas dejaron de responder. Tenía la parte de abajo del cuádriceps super cargada y me notaba super tieso. En ese momento empezó una carrera de supervivencia totalmente distinta y para la cual no me había preparado. Bajé el ritmo e iba haciendo todo poco a poco y metro a metro. En cada avituallamiento con la botella de agua me refrescaba las piernas e intentaba seguir como podía, sabía que si paraba me iba a costar muchísimo arrancar si es que podía, así que me negaba a hacerlo. Al final de la primera vuelta de dos, un compañero me dobló y me dio ánimos. Le vi entrar por debajo de dos horas y media, lo cual significaba que si corría a menos de seis minutos el km podría bajar de tres horas. Realmente el tiempo me daba igual, yo solo quería terminarlo y disfrutar, pero reconozco que me motivó ver que podía bajar de tres horas, así que eso me ayudó a seguir tirando de cabeza. Acabé la segunda vuelta como pude y finalmente conseguí bajar de tres horas.

Ahora sí que había completado un reto de verdad, pero no lo pude disfrutar en el momento, sufrí tanto en la carrera como en el agua así que no estaba contento, no era como me lo había imaginado y hasta ese mismo día por la noche no pude saborearlo y sentirme por fin un triatleta de verdad. Al día siguiente salimos con la bici suave para recuperar y contar batallitas de la carrera, creo que ha sido una de las salidas en bici que más he disfrutado.

Después de todas estas experiencias puede que os preguntéis si considero sí habrá merecido la pena o si me planteo seguir en esto. Pues bien, mi único pensamiento al terminar la carrera fue que me apetecía otro triatlón y poder disfrutarlo más, ¡así que vamos a por el siguiente y mientras tanto a seguir entrenando!

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