Algunos consejos para no volver loco a nuestro mecánico

Cada vez que traes tu bicicleta con incrustaciones de gel y aún húmeda con sudor, la cadena llena de grasa etc… tu mecánico te mira con una sonrisa y asiente con la cabeza pero, cuando sales por la puerta, seguramente te llame de todo ¿o no?

La moda de los rodillos interactivos trae consigo muchas más horas de bicicleta al año y ya sabéis, sobre todo los que entrenáis con él la de sudor que cae encima de la bicicleta. El sudor puede parecer inofensivo pero cuando se seca y se incrusta en la tornillería de nuestra bicicleta puede causar muchos daños. Mientras estás en casa estos problemas pueden parecer inofensivos, pero imagínate que se te afloja un perno o un tornillo en plena carretera. Mejor ni pensarlo!!

Para solucionar el problema de tener tornillos en mal estado lo mejor de todos es colocar, como muchos ya sabéis, una toalla sobre el manillar y la potencia y, si la sesión es muy dura, podemos tener alguna más al lado de recambio.

Otro de los problemas que podemos dar a nuestro mecánico es la de llevar la bicicleta para que nos hagan una puesta a punto un día o dos antes de la competición. Seguramente nuestro amigo mecánico la tenga para el día de nuestro triatlón ya que tenemos confianza con él y hará todo lo que esté en sus manos para que llegue a ese día tan importante para nosotros en perfecto estado de revista.

Pero imagínate por un momento que te tiene que cambiar alguna pieza, todos somos conscientes que en la época que estamos viviendo, la falta de suministros es más que evidente, ¿os ha pasado que tenéis que cambiar alguna pieza y no estaba? ¿imagínate si eso te ocurre un día antes de la prueba que llevas preparando todo el año?

La solución sería aplicar el viejo dicho de «nada nuevo en la semana de la carrera», como siempre deberíamos pedir cita con nuestro mecánico con bastante tiempo de antelación y además no sólo deberíamos acordarnos de nuestra bici antes de cada prueba, sino que tendríamos que tenerla con más frecuencia con el mantenimiento correcto.

Otro de los quebraderos de cabeza que le solemos dar al mecánico de cabecera suele ser cuando somos profanos en la materia e intentamos ajustar nosotros lo frenos de discos.

Los frenos de disco funcionan a través de fluido hidráulico. Cuando se comprime la maneta de freno, un pequeño émbolo interno fuerza el líquido hidráulico a través de las mangueras conectoras y hacia la pinza de freno, cerrando las pastillas de freno sobre el rotor del disco y, por lo tanto, reduciendo la velocidad.

Eso dice la teoría pero la práctica, ya sabemos muchos, que es más complicada de lo que parece y al final intentando ajustar acabamos, como decía una en uno de los primeros vídeos que se hicieron virales, «Liándola parda».

La solución si, como es mi caso, somos torpes en la materia, es que ante cualquier duda llevarlo al especialista y que lo haga el que sabe. Y además para complicar mucho más las cosas, muchos frenos de disco requieren herramientas muy especializadas que no tendremos en nuestro kit de herramientas habitual.

Para terminar deberíamos lavar la bicicleta después de cada triatlón, para limpiar los restos de gel o sudor que se van a quedar incrustados.

Los mecánicos de bicicletas son a menudo las personas que hacen que nuestros días más largos encima de ella sucedan. Sin ellos, muchos de nosotros estaríamos montando bicicletas inseguras y destartaladas. Pon en práctica estos sencillos consejos para ganarte un lugar en el lado bueno de tu mecánico y ahorrar dinero y un tiempo precioso en tu agenda.

El mecánico es nuestro amigo!!!

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