¿Me hago un estudio biomecánico?

Si eres un globero como yo y cuando te compras tu primera flaca viene alguien y te dice que tienes que llevar la bicicleta a que te la ajusten te quedas ojiplático, al menos eso me pasó a mí, ¿ Que me tienen que ajustar la bici? ¡Pero si sólo habrá que tocar un poco el sillín! Como mucho ponerlo un poco hacia delante o hacia atrás, ¿no? Pues bien, ése era yo.

¿Merece la pena un estudio biomecánico?

Desde prácticamente el primer día que me compré la bicicleta de carretera los compañeros experimentados me recomendaron tan encarecidamente que me hiciera un estudio biomecánico que llegué a pensar que iban a comisión. Al principio con salidas de una a dos horas no tenía ningún tipo de problema, ni siquiera me molestaba esa zona tan conflictiva que suelen ser las posaderas.

Como no me veía incómodo ni tenía demasiados dolores tardé más de un año en decidirme, eso, y que al final es una inversión, todos los sitios que vi se movían en una horquilla entre 100 y 180€ y sinceramente prefería invertir ese dinero en cachivaches para la flaca. Cuando comencé con el entrenamiento de larga distancia y las salidas subieron a entre cuatro y seis horas las pequeñas molestias se tornaron en dolores que llegaban a durarme un par de días, manos, hombros y parte posterior del cuello sobre todo. Pensando en que iba a hacer un larga distancia en pocos meses y para intentar quitarme dolencias en la prueba, finalmente decidí hacerme el estudio en un centro cercano que me habían recomendado BTP Ciclismo.

Siendo sincero no iba totalmente convencido y tenía una vocecita interior que me decía que no merecía la pena la inversión, pero decidí confiar en los compañeros y en el profesional que iba a ayudarme a «colocar el sillín».

¿En qué ha cambiado mi bicicleta?

No voy a entrar a contar las pruebas que me hicieron, pero sí que a grosso modo os indico lo más llamativo:

Me bajó significativamente la potencia y cambió de posición las manetas con lo que mi apoyo de manos cambió, ahora apenas siento presión en el nervio cubital y además tengo una posición más aerodinámica en la bici.

Detalle del manillar con las manetas hacia dentro.

Subida y colocación del sillín, antes me movía hacia delante y hacia atrás continuamente, era de culo inquieto. Ahora parece que tengo unos topes, no me muevo del sitio y voy mucho más cómodo sin tener que corregir la posición al cambiar el agarre en el manillar.

Colocación de las calas y además resulta que estoy mal hecho y tengo una pierna un poco más larga que la otra por lo que me colocó un separador, aquí me fío porque siempre he corrido «cojeando».

Separadores de diferente grosor en las calas.

Sentado en la bici y dándole al rodillo se veía como mi rodilla derecha se abría y cerraba, de esto ya me había dado cuenta, cambió ciertos ajustes que se me escapan y ese movimiento desapareció. A partir de ahí me he fijado y le pasa a bastantes ciclistas, imagino que se pierde eficiencia (menos W) y a la larga puede haber problemas de rodilla.

Estas son las pinceladas más importantes del trabajo realizado en la bicicleta, al menos lo que yo percibí, por lo que me comentó el biomecánico no había tenido más problemas gracias a mi elasticidad, así que ya podéis apuntar y realizar una o dos sesiones a la semana de estiramientos orientados al ciclismo, os vendrá bien para evitar molestas en la salidas más largas.

En definitiva, según mi propia experiencia, si merece la pena rascarse el bolsillo y hacer el estudio. Al fin y al cabo ni todas las bicis ni todos los ciclistas somos iguales y siendo un deporte en el que se pasan tantas horas en la misma posición con movimientos mecánicos tan repetitivos todo lo que hagamos para evitar lesionarnos es poco.

¡Os veo dejándome tirado en la carretera!

Compartir:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *