Mi primer año en el triatlón; Tres Cantos, debut y sueño conseguido

Me presento soy Rubén, una persona a la que le gusta estar activa, llevar una vida saludable practicando y disfrutando en el deporte y a la que le gusta tener ciertos retos deportivos asumibles para todo el mundo en el horizonte, algunos de estos “retos” han sido una carrera nocturna de 14km o una spartan, cómo veis retos que cualquier deportista popular podría completar, a fin de cuentas, soy una persona de lo más normal.

Espero que esta sea el comienzo de una serie de artículos en la que vaya hablando de mis experiencias en mi primer año entrenando a triatlón. En estos artículos encontrarás una visión personal de mis distintas vivencias, mis aprendizajes, errores cometidos y algunas anécdotas que espero puedan ayudarte si estas en ese mismo punto de querer empezar en este mundillo, o bien si quieres recordar y comparar como fueron tus comienzos en esto.

Parte 9 Tres Cantos, debut y sueño conseguido

Tras un tiempo sin saber cuál podría ser una buena prueba para debutar en este mundo del triatlón, un compañero me sugirió el Triatlón de Tres Cantos, de distancia sprint, una distancia para la que a priori no debería tener problema, además se nadaba en el lago artificial de un parque por lo que la natación (sin duda mi peor sector y el que más miedo me daba) debería ser en principio asequible.

Recuerdo que las semanas anteriores a mi prueba dimos bastante caña en los entrenamientos, además se me juntó con un momento de mucha carga y estrés en el trabajo. La semana de la prueba me notaba muy cansado y me costó horrores sacar los distintos entrenamientos, además el trabajo no me daba respiro, lo bueno de eso fue que no tuve tiempo para ponerme nervioso.

Miré el tiempo que daban para ese día y parecía que iban a bajar las temperaturas, por lo que pensé que podrían permitir neopreno, lo cual me puso nervioso ya que todavía no tenía uno, pero mis compañeros me tranquilizaron diciendo que era imposible.

El día anterior de la prueba, cuando por fin terminé mi jornada laboral, me puse a preparar todas las cosas, además aproveché para tomar unos frutos secos ya que me notaba falto de energía y con hambre, disfruté la tarde de preparativos y como la prueba era al día siguiente por la tarde, aunque tardase en dormirme no iba a tener problema por madrugar.

Había dos salidas, una para federados y otra para no federados y federados menos competitivos. Sin dudarlo me apunté a la segunda, pero mi compañero se había apuntado a la primera, aunque afortunadamente pidió cambiarlo y pudimos estar en la misma tanda y la verdad que eso me dio mucha tranquilidad, ya que todo ese día estuve con los nervios a flor de piel.

Ya en Tres Cantos, tras recoger mi dorsal y dejar todo mi equipo en la zona de transición, (en la cual yo dejé una toallita pequeña para secarme los pies después de nadar ya que me pareció algo totalmente básico), nos confirmaron que el neopreno era opcional, obviamente yo no lo tenía, así que me entró un poco el miedo pensando lo fría que podría estar el agua.

Nos dirigimos a la zona de salida, donde nos explicaron el recorrido que serían dos vueltas saliendo y volviendo a entrar en el agua, lo cual me gustó ya que podría gestionarlo mejor. Procedieron a dar la salida y en ese momento, gracias a los nervios, ni siquiera sentí que el agua estuviera fría y me puse a nadar lo mejor que pude, con los típicos incidentes entre boyas al juntarse la gente. No obstante, salvo momentos puntuales, no tuve sensación de agobio y terminé la natación lo mejor que pude.

Al dirigirme a mi bicicleta tuve las palabras de ánimo de mi pareja, la cual me había acompañado como espectadora en esta aventura. La verdad es que las palabras de ánimo en esos momentos son totalmente de agradecer y te van empujando, pero también tuve las palabras de la hija pequeña de mi compañero, la cual me dijo “Vamos venga, date prisa que mi papá ya hace rato que ha salido del agua”, las cuales irremediablemente llevaron una sonrisa y carcajada a mi cara. Al tratar de ponerme los calcetines a la pata coja por dos veces, no fui capaz y decidí sentarme y una vez listo salí con mi bicicleta y comencé el tramo.

El circuito de bici era dos vueltas por la ciudad, con alguna subida y mi archienemigo las rotondas, las cuales tengo que mejorar mucho para trazar. La verdad que lo disfruté mucho, pese a que no pude tener ningún grupo, pero fui adelantando corredores todo el rato. Se me pasó super rápido, me faltaron vueltas de disfrute y todo.

La transición al tercer tramo si la pude hacer de pie y comencé mi carrera, la cual empezaba con una pequeña subida. Empecé tranquilo hasta que me pasó un chico con mejor ritmo que yo e intenté seguirle. La verdad que fue una gran ayuda para mí, ya que llevaba un ritmo muy bueno y constante y gracias a él completé una muy buena carrera para mí. Además, el parque donde se realizaba era muy bonito y se hacía ameno. Recuerdo que cuando estaba enfilando el último tramo de carrera no me podía creer que ya estuviese acabando la prueba, se me había pasado súper rápido y tuve súper buenas sensaciones al terminar y súper contento. Además, pude comentar con mi compañero impresiones que eso siempre mola. Fue increíble que pudiera estar allí conmigo, así que le perdoné por no llevarme el paraguas en aquellos entrenamientos de lluvia (si no sabéis de qué hablo revisad los anteriores artículos jeje).

Lo había conseguido, había completado mi primer triatlón, pero se me había hecho tan corto sobre todo al final, que aún no me consideraba triatleta y quería más. Ese mismo día me apunté al triatlón olímpico de Riaza, porque desde luego que quería repetir y quería más. Creo que esa es la mejor sensación que puedes tener nada más completar una prueba.

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